miércoles, 16 de enero de 2019

RELEYENDO EL QUIJOTE (IV).


Hinchar el perro

Me contaba un amigo periodista la dificultad, que solo el buen oficio soslaya, de encerrar en un marco determinado y necesariamente breve, el mensaje que se quiere transmitir. “A los mejores periodistas –me decía-, se les encargan siempre los artículos más cortos. Son los únicos capaces de encerrar en un breve texto lo que otros necesitan páginas para explicar”. Escribir es una cosa fácil y hacerlo en extenso, con frecuencia liberador y hasta terapéutico. Hacerlo bien, es cosa que se encuentra al alcance de muy pocos. Basta visitar cualquier librería para apreciar la cantidad de volúmenes que surgen continuamente, como los hongos en época invernal. Cuantos sean interesantes, instructivos o simplemente divertidos, ya es más difícil de apreciar. Comprar un libro de autor desconocido implica considerables riesgos y onerosos dispendios, han alcanzado precios que se dejan sentir demasiadamente en estas épocas de crisis. Por fortuna, el afán de escribir se sigue extendiendo en nuestros días, lo que por un simple cálculo estadístico, supone que la posibilidad de que afloren buenos escritores es esperanzadora.
El negocio de la editoriales ha trasmutado los conceptos de rigor y categoría literarios entremezclándolos con el puro negocio de las ventas, lo que permite asistir al bochornoso espectáculo de que novelas mediocres obtengan éxitos de ventas millonarios mientras que otros libros de extraordinaria calidad solo conocen una o dos discretas ediciones y, pasado poco tiempo, resultan difíciles de encontrar en las librerías. De la poesía u otros géneros de consumo minoritario, no hablemos. Se ha puesto de moda la novela negra y a ella acuden en tropel multitud de jóvenes escritores sin decantar, con mínimas herramientas adquiridas a trompicones, muchas truculencias y lenguaje patibulario pensando que sean estas herramientas bastantes para alcanzar fama y fortuna. Por suerte entre tanta ramplonería surge de tarde en tarde, alguna perla cuyo brillo acaba convirtiéndose en permanente.
Volviendo a mi amigo el periodista, “escribir bien no es escribir mucho”, añadía. Recuerden la anécdota del inefable don Miguel (sobre cuya categoría literaria hay pocas dudas) en el prólogo de la segunda parte del Quijote, refiriéndose al apócrifo que se había apropiado de la primera del suyo hinchándola a modo:

Había en Sevilla un loco que dio con el más gracioso disparate y tema que dio loco en el mundo, y fue que hizo un cañuto de caña, puntiagudo en el fin, y en cogiendo algún perro en la calle, o en cualquiera otra parte, con el un pie le cogía el suyo, y el otro le alzaba con la mano, y como mejor podía le acomodaba el cañuto en la parte que, soplándole, le ponía redondo como una pelota; y en teniéndolo desta suerte, le daba dos palmaditas en la barriga y le soltaba diciendo a los circunstantes, que siempre eran muchos: “¿Pensaran vuestras mercedes ahora que es poco trabajo hinchar un perro?”.
¿Pensara vuesa merced ahora que es poco trabajo hacer un libro?

Dª. Emilia Pardo Bazán, explicando la diferencia entre la novela y el cuento, aconsejaba no alargar innecesariamente este último pretendiendo transformarlo en una novela corta. Son géneros diferentes que tienen espacios y estructuras distintos. “Noto especial analogía entre la concepción del cuento y la de la poesía lírica: una y otra son rápidas como un chispazo y muy intensas”, escribía. Algunos cuentos de Maupassant (Bola de sebo, La casa Tellier), de Chejov (Los Campesinos), de Katherine Mansfield (En la Bahía), o Miguel Espinosa, por citar algún autor más próximo (Clavero y Pili), desbordan los límites normalmente asignables al cuento.
En tiempos más modernos, triunfa el micro relato, una especie de aldabonazo de pocos caracteres capaz de causar un impacto repentino y brutal como un chiste o una mala noticia, que se recuerdan en un solo bloque, sin fisuras.
Con un micro relato, sí que es imposible “hinchar el perro”; perdería por completo su frescura impactante. Quede la práctica del perro para los que somos menos ingeniosos y tomamos pocas lecciones de mi amigo el periodista.

1 comentario:

  1. Do you understand there is a 12 word sentence you can communicate to your man... that will induce deep feelings of love and instinctual attraction to you deep inside his heart?

    That's because deep inside these 12 words is a "secret signal" that triggers a man's instinct to love, idolize and protect you with his entire heart...

    12 Words That Fuel A Man's Love Instinct

    This instinct is so built-in to a man's mind that it will drive him to work harder than before to take care of you.

    In fact, fueling this mighty instinct is so binding to getting the best possible relationship with your man that as soon as you send your man a "Secret Signal"...

    ...You'll soon find him expose his heart and soul to you in a way he's never expressed before and he'll distinguish you as the only woman in the world who has ever truly fascinated him.

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