viernes, 25 de noviembre de 2022

LA TINAJA RUMBO A POLONIA

 

 
 
 

 
 

Los calores propios de la época se van haciendo enfadosos. Solo las primeras horas de la mañana dan un poco de respiro que los canarios aprovechan para sus actividades en el amplio jaulón vecino a la casa. Se afanan en alimentar a los polluelos nacidos hace pocos días y nos deleitan con sus gorjeos satisfechos, dando la bienvenida a cada nuevo día.

La tripulación de La Tinaja siente también la comezón viajera y se apresta a preparar armas y bagajes para ponerse en camino. ¿Hacia dónde iremos este año? Aún queda mucha España y mucha Europa por recorrer y el auriga se somete complacido a las indicaciones del resto de la tripulación. Objetico final: Wroclaw, dicho en castellano Breslavia. Una buena excusa para visitar a un sobrino cuyo espíritu aventurero y la crisis de empleo que afectó a los jóvenes de su generación han empujado hasta allí. Herido por el Cupido local, ha encontrado feliz acomodo en compañía de su esposa y de su hija.

Como es habitual La Tinaja parte sin un rumbo estrictamente definido. Se apunta a un destino más o menos difuso y el itinerario se fija a posteriori sobre la marcha. ¡Partamos a la aventura!

 
TRANCO I
Santomera-San Cugat del Vallés

Camping “El Vedado”. Buenas instalaciones, en medio de un bosque mediterráneo. Aseos e instalaciones en buenas condiciones, sin parcelas determinadas y con mucho espacio. Inconveniente: excesivamente caro. 56 €/d.

 

Una vez aprovisionados de lo necesario y con las revisiones de rigor completadas, un amanecer de finales de junio emprendemos la marcha, recordando una vez más las palabras que Cervantes atribuye al manchego en su primera salida “una de las calurosas del mes de julio”. (Quijote, Cap. II.I)

La estupenda autovía que no abandonaremos hasta pasado Castellón, nos conduce a velocidad constante hasta entroncar con la autopista de peaje (24 €) que no abandonaremos hasta pasado Barcelona, rumbo al Montseny, camping “El Vedado”, viejo conocido, donde nos instalamos. Una parada técnica en Fuente La Higuera nos permite reparar fuerzas para la larga jornada, que se hace monótona.

Llegamos a hora adecuada para acercarnos a comer a la cercana Granollers y aterrizamos en “La Taverna d’en Grivé”, un lugar recomendable si no fuera por el precio algo sobredimensionado. Primer aldabonazo de aviso: los precios fuera de casa comienzan a ser europeos.

Después de una imprescindible siesta reparadora, dedicamos la tarde a la familia de San Cugat. Somera cena en Viena, frente a la estación de los Ferrocarriles Catalanes, vecina al campo de golf, uno de los más antiguos de España. Data de la época en que una compañía se instaló en la zona para la construcción de los Ferrocarriles Catalanes. Sabido es que los ingleses, allá donde van llevan su cultura y diversiones, como los romanos llevaban sus circos, anfiteatros y cultura del agua (SPA, salus per aquam, decían). El Sr. Pearson, que más tarde añadiría su nombre al de la Floresta —antiguo bosque llamado can Buscarons—, fue el socio imprescindible para Carles Emili Montañés, el ingeniero que inició el proyecto de unión de Barcelona con el Vallés en 1908 por medio de un pequeño ferrocarril llamado Mina Grott. Aquel fue el principio de los Ferrocarriles Catalanes que hoy unen Tarrasa y Sabadell con Barcelona, constituyendo San Cugat el núcleo en que se bifurcan, por lo que cuenta con una doble frecuencia de servicio.

El proyecto original contemplaba la prolongación del ferrocarril hasta Francia a través de Berga, pero la muerte en 1915 del Dr. Pearson que viajaba a bordo del RMS Lusitania y fue hundido por un submarino alemán, truncó el proyecto.

La estancia en Sant Cugat siempre es grata. Los vínculos sentimentales de la tripulación de La Tinaja con algunos de los naturales del pueblo son lejanos en el tiempo e indestructibles. La visita al archiconocido monasterio cuya construcción duró desde el S. IX al XIV sobre los restos de una abadía benedictina, es inexcusable, más si nos acompañan los nietos que se han documentado a fondo. Alex es una mina de conocimientos, María no le anda a la zaga y Marc, como yo, permanece atento a las explicaciones de sus hermanos. 

 

 

El monasterio que fue originariamente una abadía benedictina cuya construcción se extendió entre los siglos IX al XIV y que junto al Pi d’en Xandrí, al que se atribuyen más de 230 años, constituye una de las señas características del pueblo. 

 

 

 

No hemos tenido, en este viaje, ocasión de saludar a nuestro viejo, gran amigo y escultor de fama internacional Pep Codó. Lo hacemos en imagen, contemplando una de las esculturas que con tan buen criterio ha plantado el ayuntamiento en la plaza de Gabriel Ferrater.


Después de la visita cultural resulta imprescindible el vermut con berberechos en el bar frente a la estación de los FF.CC., que permanece con la misma pátina oscura y entrapizada de los tiempos en que el auriga de La Tinaja residió en su vecindad. Allí se nos reúnen Martí y Pau, que llegan triunfantes de su partido de basket.


 

 
TRANCO II
San Cugat-Dijon
 
Camping "Dijon", grandes parcelas y mucho espacio sombrío. Buenos y limpios servicios y excelente atención. El calor y los abundantes mosquitos son cosa propia de la zona. 21 €/d.
 
 
Levantamos el campamento de “El Vedado” a temprana hora y emprendemos el largo camino que nos separa de Dijon. Exactamente 834 Km. según nos advierte la guía. La ruta se hace larga y tediosa, únicamente compensada por los verdes paisajes que atravesamos una vez pasados los Pirineos: Perpiñan, Beziers, Montpellier, Nimes, Lyon y por fin Dijon, donde llegamos a media tarde y nos instalamos en el Camping Dijon, al borde del lago que ya conocemos de anteriores visitas. 
 
 
Está, como su nombre indica al borde de un lago, el Kir, de aguas quietas y verdosas, a unos 2 km. de la ciudad, a la que se llega por un bucólico sendero que bordea el lago. Las aguas del lago vienen del río Ouche, afluente del Saona de la cuenca del Rodano. Como siempre que sale uno de España en dirección norte, una de la primeras impresiones que se convierte pronto en envidia, es la suscitada por la cantidad de agua que nos resulta tan atractiva. Donde hay agua hay vida pero la naturaleza ha sido demasiado cicatera, en ese aspecto, con nosotros.
 
 

Día de reposo con recorrido por la ciudad, conocida por el especial cuidado de sus parques y jardines, que le otorgan desde antiguo el sobrenombre de “Ciudad de las cuatro flores”. Intentamos comer en el mercado central (Les Halles, como todos) pero cierran los lunes. Acabamos en un chiringuito de las cercanías donde degustamos un menú a base de babette con patatas y una excelente tarta de manzana. Naturalmente aderezamos la carne con la abundante mostaza que da fama a la ciudad y compramos unos cuantos tarros por la cosa del recuerdo. Son los mismos que podemos obtener en el Mercadona del pueblo y a precio similar. El vino, uno de los borgoñones que tanta fama tienen. Como no somos expertos, creo que nos la han metido. Vamos, que este borgoña no resulta nada sorprendente para los que venimos de tierra de buenos vinos.

 


Nos sorprende la cantidad de gente de raza negra haciendo trabajos subalternos en obras públicas, bares y restaurantes. Como en las películas americanas.

Dijón (unos 150.000 habitantes), pertenece a la prefectura de Borgoña-Franco Condado, situada a orillas del río Ouche y próxima al nacimiento del Sena. De ella da noticia el obispo e historiador Gregorio de Tours en su Historia de los francos, del siglo VI, refiriendo que estaba rodeada por grandes murallas con cuatro puertas y 33 torres de vigía, de las cuales se conservan muy pocas en la actualidad. Después del incomparable París,

Dijon, que fue parte del Ducado de Borgoña, tras la batalla de Nancy fue anexionado al reino de Francia por el rey Luis XI en 1477. Hoy forma parte de la región Borgoña-Franco Condado. La ciudad es un importante centro cultural por el que realizamos un interesante recorrido comenzando por la iglesia de St. Philibert, de estilo románico, la iglesia de Notre Dame, terminada en el S.XIII y una de las principales muestras del estilo conocido como gótico borgoñón. Visitamos la iglesia y la catedral de San Benigno, cuya cripta data del S. XI. Pasamos por el antiguo Parlamento de Dijon, hoy Palacio de justicia y el palacio de los duques de Borgoña, en la actualidad Ayuntamiento y museo de Bellas artes.

Merece la pena visitar la cartuja de Chapmol donde se encuentra el Pozo de Moisés, obra del escultor de origen holandés, Claus Sluter nacido hacia 1350 en Aarlem, Países Bajos. Se trata de un calvario para el claustro formado por las monumentales figuras de Moises, David, Jeremías, Zacarias, Daniel e Isaias.

 

TRANCO III
Dijon-Stuttgart
 
Camping: Stuttgart. Una campa desolada donde los numerosos holandeses colocan sus autocaravanas para tostarse al sol. Por fortuna encontramos un rincón arbolado donde guarecernos. Mucho calor y mosquitos. El resto, pasable. 27€/d.
 
 
Salimos de Dijon por una buena carretera hasta entrar en Alemania. Luego una estupenda autovía de tres carriles que hacen la conducción fácil y agradable. Sin embargo, a la altura de Friburgo de Brisgovia, encontramos enormes retenciones en las que perdemos más de dos horas.
 

 

Nos instalamos en el camping y desde allí nos trasladamos a la ciudad en un cómodo metro. La primera diferencia que se observa cuando salimos de España es la gran aceptación y comodidad del transporte público. Esa diferencia con nosotros, acostumbrados a tomar el vehículo particular para cualquier desplazamiento por pequeño que sea, se hace muy notoria. Y cuanto más al norte, más se nota un fenómeno similar: el desplazamiento en coche está “penalizado”, dando preferencia al transporte público, la bicicleta o el peatón. Es la pescadilla que se muerde la cola: si no hay buen transporte público o buenos circuitos para bicicletas, la gente se acostumbra al coche y si no hay publico suficiente para el transporte público o la bicicleta, no se arbitran esos elementos. Puede que los tiempos de escasez que se avecinan, nos convenzan inexorablemente de que hay que hacer un uso más racional del transporte.

El origen de Stuttgart proviene de Stutengarten (yeguada), ya que la población originaria de la ciudad se situó en los establos del duque Liudorf de Suabia. De ahí la yegua que aparece en su escudo, rescatado en su emblema por los fabricantes de Porsche, oriundos de la ciudad, donde tienen un pintoresco museo.

En Stuttgart comienzan La Selva Negra y el Jura de Suabia. A orillas del río Neckar que atraviesa la ciudad, está situado su activo puerto.

Nos recibe una lluvia de gruesos goterones durante nuestro paseo por las animadas calles de la ciudad, con numerosas tiendas entre las que destaca Zara. Nos dicen que la proximidad de la Selva Negra hace que el clima sea frío, pero por lo que podemos apreciar, en verano hace un calor que no dista demasiado del de nuestra tierra.

 

 
 
Visitamos el palacio-museo de los duques de Watemberg y la colección de cristalería desde época egipcia hasta la Edad Media. Presenta la evolución histórica de Baden-Würtemberg desde la Edad de Piedra hasta tiempos modernos, pasando por las diversas etapas temporales, luego el Staatsgalerie Stuttgart que contiene pinturas desde la Edad Media hasta el S. XIX donde están representadas todas las escuelas importantes de todas épocas y países. Contiene pinturas del modernismo clásico anteriores a 1945 y otras contemporáneas de Chagall, Dix, Kandisky, Cocoschka, Dalí y Picasso, del que hay una de las colecciones más importantes de Alemania.

 

 


Para etnografía, el Linden Museum, uno de los más importantes de toda Europa, con objetos y documentación de diferentes culturas de todo el mundo.

Novedad de moda entre la gente joven que apreciamos en las calles: pestañas postizas y cejas pintadas o tatuadas, especialmente entre la gente joven. 

Nos enteramos por la guía que Stuttgart es la capital del estado federal de Baden-Wurtemberg y que es la sexta ciudad de Alemania en población con 600.000 habitantes, de los cuales 1/3 son católicos, otro tercio protestantes, un 10% musulmanes y el resto de otras religiones o confesiones.

Su historia se remonta a la época romana hasta la invasión de los alamanes en el año 260. Después, los merovingios hasta que en 945 el conde Liudolf fue el artífice de su desarrollo.

Diversos avatares y disputas entre el condado de Baden y el marquesado de Wutemberg en el X.XIII, culminaron en 1496 con el Condado de Wuttemberg, el principado de Wuttemberg hasta 1803 y después de 1918, Estado libre de Wuremberg.

En 1945 la ciudad fue casi totalmente destruida por los bombardeos aliados, pero después de la guerra se produjo un notable incremento de la industria con la instalación de las oficinas centrales de Daimler y Porsche. La presencia de Mercedes-Benz se manifiesta en la estrella de la marca rotando sobre la Estación Central.

A pesar de la destrucción sufrida en la Gran Guerra, pervivieron notables edificios y sectores de la ciudad como Weißenhofsiedlung, diseñado por Le Corbusier, Gropius y Van Der Rohe en 1927.

A destacar la Opera Nacional de Stuttgart, el museo Mercedes Benz, el museo Porsche y la iglesia evangelista de San Juan.

Nos invitan a la fiesta de la cerveza instalada en el recinto ferial Cannstatter Wasen, pero lamentablemente no coincidimos con su horario a finales de septiembre.

 


 

 

TRANCO IV
Stuttgart-Nuremberg
 
 
 
Una vez instalados en el camping nos vamos a patear la ciudad, aterrizamos en el BARFUSER donde nos tomamos unas estupendas cervezas mientras miramos con ansia los platazos que sirven a nuestro alrededor de chucrut, costillares caramelizados, salchichas variadas y otras exquisiteces no aptas para veganos.

Llueve de forma inclemente durante todo el día, con ese estilo peculiar en casi toda Europa que consiste en la alternancia de chaparrones con breves periodos de calma, incluso de sol. Con tanta agua, no es extraño que reine el verdor por doquier. La ciudad está rodeada de grandes bosques y terrenos de cultivo que pueden recorrerse cómodamente en bicicleta, pues forma parte de la red de ciclo vías europeas que unen París y Praga.

Recurrimos a la guía para saber que Núremberg está situada en la Franconia Media, estadio de Baviera a orillas del río Pegnitz, que divide a la ciudad por medio de numerosos canales, y que tiene alrededor de 600.000 habitantes.

Recorremos el hermoso casco histórico rodeado por una muralla que data de 1325 seguramente para guardar y defender las reliquias y las joyas del Sacro Imperio Romano Germánico de las que fue guardiana desde 1424 hasta 1796.

Más de un 20% de la población es de origen extranjero, de muy diversas procedencias, turcos, griegos, polacos, sudamericanos, etc., lo que se aprecia especialmente en bares, restaurantes y tiendas.

La ciudad de Nuremberg adquiere relevancia entre los años 1000 y 1500 al ser centro de atención de los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, entre ellos Carlos I de España y por celebrarse en la ciudad las asambleas llamadas Las Dietas de Nuremberg. También por ser foco importante de la fabricación de instrumentos científicos de alta calidad como astrolabios, compases y cuadrantes, que contribuyeron al desarrollo de la cartografía y de los globos terráqueos que propiciaron su desarrollo dentro del renacimiento alemán. Se consideraba a Núremberg como la "ciudad joya" o ciudad tesoro de Alemania.

 


Entre otras cosas, la ciudad obtuvo fama internacional por la ópera de Wagner “Los maestros cantores de Nuremberg”. Cualquiera que la haya oído y sobrevivido sin mayores traumas, sabrá de qué hablo. Fue patria también de Durero, cuya casa museo puede visitarse en el numero 39 la calle de su nombre. Sus restos reposan en el cementerio de San Juan, conocido allí como Johannnisfriedhof.

El casco antiguo se puede visitar cómodamente a pie pues desde las 10,30 de la mañana hasta las 6,30 de la tarde es zona peatonal. Nos dicen que si esperamos a navidad podremos ver su famoso mercado que visitan más de dos millones de personas cada año, pero este año no va a poder ser.

 


A pesar del notable peso de la iglesia luterana, establecida en la ciudad por decreto en 1525, hay unas cuantas iglesias católicas de notable belleza arquitectónica: San Sebaldo, San Jacobo, Santa Isabel y San Lorenzo y otra serie de monumentos que conviene visitar: la fuente maravillosa o Schöner Brunnen, la torre Spittletor, el Puente del Verdugo, la Nassaner Haus, la torre Laufer y algun producto de la megalomanía de Hitler, el Kongresshallen y la tribuna de Zeppelin, una réplica del palacio de Pergamo desde donde Hitler dirigía sus incendiarios discursos a las masas expectantes y dóciles.

Aprovechamos el largo e instructivo paseo para deleitarnos con las típicas salchichas (Nürnberger Rostbratwurst), elaboradas en la ciudad desde el año 1300 que a pesar de su nombre impronunciable resultan deliciosas. Nos dice la amable señora que nos las entrega dentro de un panecillo que están hechas con carne de cerdo, tocino, sal, pimienta y orégano asadas a la parrilla. La mezcla, más algún otro ingrediente secreto son característicos de cada uno de los puestecillos que las ofrecen. Y debe ser verdad que hay algún secreto en su elaboración. Nos aplicamos a descubrirlo probando en cada uno de los puestos callejeros que nos salen al paso.

 

 

La parte oscura de la historia de la ciudad la constituye el hecho de que fuera escogida por Adolf Hitler para celebrar en ella los congresos del Partido Nazi, queriendo aprovechar la simbología de la ciudad como “tesoro alemán” que poseía desde la Edad Media.

Quizás debido a esas circunstancias, la conquista de la ciudad tenia un especial significado para las tropas aliadas. En la batalla de Nüremberg se enfrentaron las fuerzas del séptimo ejercito de los Estados Unidos y la Alemania Nazi y voluntarios del Ejército de Liberación ruso. Los combates urbanos recuerdan a los de Estalingrado, casa por casa durante cuatro días que dejaron la ciudad devastada.

 

 

En su absurda megalomanía, el régimen nazi construyó una réplica de un tamaño doble que el Coliseo de Roma para servir como sede a los congresos del partido nazi con capacidad para más de 50.000 asistentes, al que según la propaganda de Goebels asistían más de un millón de personas. Se supone que muchas deberían presenciar el evento extra muros.

A pesar de todo esto, es fama que los habitantes de la ciudad eran los menos proclives entre los alemanes en identificarse con la ideología y simbología Nazi en los congresos celebrados en el campo Zeppelin, por lo menos, eso asegura Robert Fritzsch en su obra Nümberg im Krieg im Drittem Reich 1938-1947 (7).

No es conveniente sacar ese tema de conversación con los nativos, como no resulta adecuado lanzar un ¡viva Murcia! en Cartagena o preguntar por la Dolores en Calatayud.

 


La ciudad fue duramente castigada por los bombardeos aliados y ocupada el 20 de abril de 1945 por el Séptimo Ejercito de los EEUU.

Ni que decir tiene que el nombre de Nuremberg, está para siempre asociado con el de los juicios que se celebraron, entre el 20 de noviembre de 1945 y el 1 de octubre de 1946 en la ciudad contra los lideres nacionalsocialistas al final de la Segunda Guerra Mundial. La película que los relata, de evidente sesgo americano, es documento digno de tener en cuenta, especialmente por el elenco de actores que en ella participan. También las varias series documentales que están al alcance de todos en diferentes plataformas sobre los horrores perpetrados por los nazis de los que no demasiada gente tuvo conocimiento hasta el final de la desdichada II Guerra Mundial. Para entonces, la Declaración Universal de Derechos Humanos estaba siendo redactada y quedará para siempre la controversia de si las condenas que tuvieron como resultado aquellos juicios se ajustaban a las normas de Derecho Internacional, entonces en mantillas, o a un afán de venganza de los países vencedores. Ellos son, como siempre, los que escriben la historia y los que reclamaron a los vencidos enormes compensaciones económicas que se sumaron a las impuestas en el Tratado de Versalles de 1919 de 132.000 millones de marcos de oro. La compensación por la II Guerra Mundial fue de 20.000 millones de dólares pagaderos en fábricas, maquinaria, patentes, conocimientos y propiedades. La controversia de la legitimidad de exigir compensaciones por lo que hicieron sus mayores a las generaciones siguientes, todavía anda viva.

De lo que no cabe duda es de que en todas las guerras, las atrocidades perpetradas invitan a reflexionar sobre los extremos a los que puede llegar la naturaleza humana y al peligro que representa seguir de forma ciega a un líder que puede haber perdido la cabeza. Si el futuro de la nación está en manos de un hombre (o mujer) y de su buen o mal criterio depende el destino de ésta, poco habremos avanzado desde las épocas en que la nación se encontraba al albur de las decisiones de un monarca absoluto.

Quizás a modo de compensación y en un intento de olvidar aquella época nefasta, desde el año 1995 la ciudad de Nüremberg concede cada dos años el “Premio Internacional de Derechos Humanos” a personas u organizaciones que promuevan y defiendan los derechos humanos y contribuyan a la paz y comprensión intercultural dotado con 15.000 €.

Preferimos guardar en la memoria la situación actual de la ciudad, sus hermosos alrededores, sus acogedores locales, la excelencia de su cerveza y los apetitosos platos que hemos degustado. Con esos recuerdos nos disponemos a afrontar la nueva singladura, no sin antes recordar la canción de Serge Reggiani que parece venir al pelo.

https://www.youtube.com/watch?v=hVkWgksDZDI&list=RDhVkWgksDZDI&start_radio=1

 

 

 
 
 
 
   
TRANCO V
Nuremberg-Praga
 
Camping Yacht Club Cisarská. Cerca de la ciudad, a la que se llega caminando por un sendero a la orilla del Moldava o un pequeño trasbordador gratuito que hace servicio constante. El camping estupendo, los servicios más bien flojos. Instalaciones escasas y deficientes. Para nosotros, la mar de cómodo. Dos días 1158 Coronas.  23,50 €/d.
 
 

 

Después de instalar La Tinaja convenientemente, nos dirigimos a la ciudad en el trasbordador de juguete patroneado por marineros ataviados con camisetas de rayas azules horizontales como si fueran tripulantes de un ballenero. Comemos muy bien, ya a media tarde, en un pub que recuerda a los ingleses, Paseo muy agradable por la orilla del río.


 

Un Buen Día de cumpleaños de parte de la tripulación.

Coincidimos con una concentración de Harley Davidson. La ciudad está recorrida por miles de máquinas que forman gran estruendo y minimizan en mucho sus encantos. Hay grandes motos aparcadas por doquier, en las plazas y sobre todo en la puerta de muchos hoteles. 

 

Paseamos largamente y nos tomamos un Aperol desafortunado en un restaurante flotante. El recorrido desde el camping a la ciudad es placido y relajante por la orilla del río Moldava en el que hay atracadas grandes barcazas que sirven de restaurantes o bares. Nos sorprenden los altos muros que encajonan el río que parece discurrir dócilmente por su cauce, pero nos enteramos de que en el verano del 2002 el río se desbordó causando tan graves daños a la ciudad que se tardaron más de dos años en borrar los rastros del destrozo. Quizás no resulten ociosos los altos muros.

 
De chiripa encontramos un restaurante bastante potable para la cena, y a la hora de pagar nos llevamos la desagradable sorpresa de que nos han timado esta mañana al cambiar 50 €. en el mercado negro. Nos han pasado por 100 coronas un billete, al parecer, de 100 rublos que no vale prácticamente nada. Quintadas de viajeros noveles que se creen más listos que la media. No es conveniente salirse de los cauces oficiales guiados por traidores espejuelos.

Nos consolamos paseando por la feria instalada en una centrica plaza, con unas lonchas de  cerdo asado sobre el terreno. La cerveza, en un inapropiado vaso de plástico, se compra en la caseta vecina.

 

Tras una noche de descanso reparador nos dirigimos de nuevo a la ciudad para recorrerla y admirar el trazado, el rio Moldava cantado por Smétana, que divide la ciudad de sur a norte. 

 
Hay una avalancha de turistas entre los que abundan de forma especial los japoneses menudos y discretos que se afanan enfocando sus cámaras en todas direcciones. Se nota que la ciudad vive, en gran parte, del turismo. No en vano fue la sexta más visitada del mundo en el año 2004, solo superada por Londres, París, Roma, Madrid y Berlín sin que a los turistas parezca desanimarlos la tasa de 0,60 € por persona que los establecimientos hoteleros les aplican.

Como es sabido, Praga es en la actualidad, capital de la Republica Checa y de la región de Bohemia. Antes fue capital del Reino de Bohemia y de Checoslovaquia. Recurrimos a la guía para enterarnos de que es la ciudad más poblada del país con 1,2 millones de habitantes y otro 1,9 más en el área metropolitana. Es una ciudad hermosa. El buen gusto y la elegancia de los edificios y parques se aprecia por doquier. No en vano su casco antiguo es patrimonio de la Humanidad a pesar de haber sufrido de forma intensa dos guerras mundiales. Después de la dictadura nazi quedó dentro de la esfera de influencia soviética tras la Segunda Gran Guerra. Solo tras la revolución de terciopelo en 1989 y la caída del muro de Berlín, se instauró un régimen parlamentario y la economía de mercado.

Como casi todas las ciudades con cierto poso de antigüedad, su origen está envuelto en la leyenda. En este caso la de una princesa desde cuyo castillo, Libusín, situado en el centro de Bohemia, tuvo la visión de una gran ciudad que sería Praga.

Según cuentan los arqueólogos, los asentamientos más primitivos datan del paleolítico. Se tienen noticias de poblados celtas alrededor del S.VI a.C. y posteriormente de eslavos y ávaros. La ciudad como tal fue fundada a finales del S.IX por la mencionada Libuse, iniciadora de la dinastía Premyislida a partir de cuyo momento Praga se convirtió en residencia de los reyes de Bohemia. La ciudad nueva se inició ya en el S.XIV bajo el reinado de Carlos IV que unió los dos núcleos urbanos con el famoso puente Carlos de más de  516 m. de longitud y 10 de altura que sustentan un total de 16 arcos, adornado con treinta estatuas de estilo barroco. Lo atravesamos en un par de ocasiones inmersos en el mar de turistas que, como nosotros se entretienen en los puestecillos de hipies que ofrecen sus ingeniosas baratijas por un modesto óbolo o hacerte una silueta de cartón o una caricatura al minuto. Nos alejamos todo lo posible de dos chicos que nos proponen fotografiarnos con sendas serpientes de gran tamaño que llevan colgando al cuello. Seguro que habrá gente a los que le hagan gracia la confraternización con semejantes bichos, no es nuestro caso.

Los praguenses también tienen su corazoncito y cierta predilección por las ventanas, como demostraron cuando Bohemia pasó a formar parte de los dominios de los Absburgo en 1526 y Praga a ser capital de una provincia austriaca. Fernando II, que era católico fue elegido rey de Bohemia, y a los nobles praguenses no les pareció bien la elección. No se les ocurrió cosa mejor que arrojar por la ventana del castillo a los nobles que el rey había enviado para preparar su llegada. A lo que parece, no fue ese un caso aislado, sino que se produjeron otras defenestraciones cada vez que se suscitaba un problema con embajadores extranjeros, lo que trajo como consecuencia una serie de guerras llamadas husitas y posteriormente la de los treinta años. Praga quedó ligada para siempre con las defenestraciones.

En el reparto territorial que sucedió a la I Guerra Mundial el nuevo presidente de la recién fundada Checoeslovaquia, Tomas Masaryk hizo a Praga sede de gobierno y capital del estado checo. Cuando Hitler desencadenó la II Guerra Mundial, sus ejércitos ocuparon Praga y persiguieron con saña a los judíos, matando a muchos y enviando a los restantes a campos de concentración. Terminada la guerra y superado el terrible trauma del bombardeo que sufrió la ciudad en 1945 por la aviación estadounidense al confundirla con la ciudad de Dresde que también arrasaron, la Republica Checa pasó a formar parte del bloque comunista hasta que en 1968 estalló la Primavera de Praga, un movimiento de reforma contra el inmovilismo soviético. El estallido fue duramente reprimido por las tropas del ejército del Pacto de Varsovia. Praga no abandonaría el socialismo hasta finales de 1989, tras la caída del muro de Berlin y que Gorvachof hubiera anunciado el año anterior la doctrina Sinatra que daba a los países de Europa del Este libertad para que hicieran, en términos políticos, lo que consideraran más conveniente.

En 1993 se decidió la partición de Checoeslovaquia en Republica Checa y Eslovaquia y la ciudad de Praga pasó a ser la capital de la Republica Checa.

La historia reciente de esta parte de Europa, por más que compleja y difícil de asimilar, resulta imprescindible para entender, aún de forma somera, muchos de los acontecimientos que se producen hoy en nuestra compleja Unión Europea. El foco de inestabilidad que han constituido desde época moderna los países de centro Europa, parece seguir existiendo de la misma manera que existe el magma rugiente en el fondo de un volcán dormido. Quizás no hayamos encontrado una vía que contente a todo el mundo entre las diversas opciones políticas experimentadas hasta el momento.

Nos despedimos de Praga Visitando el Museo nacional en la plaza de Wenceslao y las distintas dependencias que alberga el museo judío en el antiguo gueto de Josefov en el que se encuentran también varias sinagogas. La tripulación de La Tinaja no es especialmente amiga de los lugares de culto y tiene ideas propias acerca de la reverencia a los dioses imaginarios, sin embargo siente —y manifiesta— un enorme respeto por las creencias de los demás, sean estas cuales fueren, con reserva, naturalmente de las que incitan a la desigualdad o al odio. En el vestíbulo del Museo Nacional se encuentran también las tumbas de destacados ilustres de la ciudad. Se trata de un museo generalista que abarca la prehistoria de Bohemia, Moravia y Eslovenia, una extensa colección de minerales y una interesante sección de zoología. Resulta una visita interesante dada la belleza del magnífico edificio que lo alberga.

 Con el ultimo recuerdo de estas visitas y un íntimo homenaje a los varios escritores de fama mundial nacidos o relacionados muy directamente con la ciudad: Jan Neruda (autor de Cuentos de Malá Stragna de quien Ricardo Neftalí Reyes Basoalto, premio nobel, tomó el nombre), Rilke, Franz Kafka, Vladimir Holan, Bohumil Hrabal o Milan Kundera con algunos de los cuales compartimos añorados ratos juveniles, nos despedimos de Praga.


 

 
TRANCO VI
Praga- Trutnov

Camping Dolce. Lugar paradisiaco a orillas de un estanque que parece sacado de una postal suiza. Sin parcelas determinadas. Servicios y toilettes muy deficientes, como los de Praga, pero el lugar lo compensa. 471 Coronas. 18,20 €

 
 
Terminada la visita a Praga, que nos ha resultado un poco decepcionante quizás por la exagerada afluencia de personas y de motos, reanudamos camino hacia nuestro próximo destino, Trutnov, muy cerca ya de la frontera con Polonia. La distancia a recorrer es relativamente corta para nuestros habituales desplazamientos, y la carretera buena por lo que viajamos con cierta parsimonia que nos permite detenernos en un hermoso pueblecito que nos sale al paso poco después de emprender el camino: Jaromer. 
 

Se trata de una pequeña localidad de unos doce mil habitantes, pero nada que ver con los pueblos de ese tamaño que estamos acostumbrados a ver en nuestras latitudes. Los edificios son hermosos, señoriales y tanto el centro como los alrededores están cuidados, limpios y llenos de jardines con estatuas en madera de artistas locales que invitan a la reflexión y al paseo mesurado. Quizás el encanto se deba en buena parte al rio de placidas aguas que lo recorre. El agua, más si es un agua mansa como esta, imprime un carácter bucólico y atractivo a la tierra por donde discurre. El auriga recuerda con cierta melancolía la sequedad, abandono y desidia, el mal gusto de las elementales construcciones abandonadas a medias, las fachadas a medio revocar y la suciedad de algunos pueblos de su tierra y siente cierta envidia de estas gentes tan responsables y orgullosas de su patrimonio público.   

Nos instalamos en el camping y dedicamos la tarde a tomar contacto con la ciudad de Trutnov.

Nuestros contactos en Broclaw nos han ponderado el interés de un lugar cercano: Adrspach-Teplice, un parque natural formado por rocas de aspecto peculiar que nos recuerdan, a otra escala, las Dolomitas que visitamos en otra ocasión. El recorrido, perfectamente trazado y muy bien cuidado es espectacular y según nos cuentan tiene antecedentes que se remontan al S.XIX, fecha desde la que tiene el estatus de recinto protegido. Nos avisan de que hay ciertos lugares por los que no debemos transitar para no molestar a los halcones peregrinos —protegidos por las leyes federales—, que se encuentran en época de anidamiento. 



Dedicamos el dia siguiente a la visita a Trutnov, ciudad de unos treinta mil habitantes construida sobre un primitivo asentamiento eslavo del S.XII, según parece favorecido por el rey Wenceslao I de Bohemia con el fin de favorecer el poblamiento de la zona. Más tarde se la dotó de solidas defensas y constituyó una especie de dote para la reina de Bohemia. Según nos cuentan en la oficina de información turística, sus habitantes tuvieron un lugar destacado en las sucesivas guerras que asolaron la región: las guerras husitas de 1421, el asedio por los suecos durante la guerra de los Treinta Años en 1642 y 1647. Fue escenario de la batalla de Trutnov durante la guerra austro-prusiana de 1866 y solamente fue conquistada una vez —según nos dicen con la boca pequeña— Por el ejército husita de Jan Zizka que, por lo vista era un tipo de armas tomar.
 
 
En 1945 fueron expulsados de la ciudad los alemanes que habían constituido hasta ese momento la etnia mayoritaria.

El amable paseo por la ciudad nos hace apreciar la profusión de estatuas de enanos laboriosos que relacionamos inmediatamente, sin una razón precisa, con los nibelungos, aquellos seres menudos y un poco deformes, llamados así porque, según la mitología nordica, vivían en un país gobernado por un príncipe llamado Nibelung. Eran seres oscuros moradores del fondo de la tierra que se dedicaban a la extracción y manufactura de metales, a manera del Hefestos de la mitología griega, aunque no sabemos si los enanos, como el herrero griego padecían de arsenicosis, enfermedad común de los que trabajaban el bronce. Los enanos poseían un inmenso tesoro arrebatado a las ninfas, que guardaban en el fondo del Rin custodiado por el dragón Fafner, que dormía con un ojo abierto. No precisa la saga nórdica cual de ellos era, ni siquiera si los alternaba para mayor comodidad. 

 


El caso es que como una cosa trae la otra y si se saca una cereza de un cesto suelen seguirla algunas otras entrelazadas, el asunto de los nibelungos nos lleva a Wagner que también tuvo que decir mucho de ellos, sobre todo musicalmente, con su enorme obra dividida en cuatro óperas, “El anillo del nibelungo” (El oro del Rin, La Valkiria, Sigfrido y El Ocaso de los dioses), basadas en las leyendas mitológicas que había recogido el escritor y filólogo alemán Wilheim Grimm en su obra “Leyendas históricas alemanas” en 1829. El ocaso de los dioses arrastra a su vez el recuerdo de una estupenda película llamada “Sunset Boulevard” o “El crepúsculo de los dioses” dirigida por Billy Wilder y protagonizada por Gloria Swanson en el papel de Norma Desmond, una actriz desplazada por la aparición del cine sonoro. William Holden es un periodista que se aprovecha de los delirios de la anciana y Eric Von Stroheim se interpreta a sí mismo en el papel de un fracasado director de cine convertido en fiel lacayo de su antigua estrella y esposa. Y así, cereza tras cereza, nos sale otra: aludiendo seguramente a Wagner, Friedrich Nietzsche escribe El crepúsculo de los ídolos, publicada en sus últimos días. Otra cereza más: El ocaso de los dioses, película de Visconti, estrenada en 1980, que describe la lucha por el poder de una familia de potentados alemanes por el control de una importante acería —en los que muchos han visto a la empresa Krupp— durante los turbulentos tiempos del accenso nazi que darían lugar a la II Guerra Mundial. Y para que no falte el detalle de actualidad: la película El ocaso de las diosas, película mejicana estrenada en 2016 de tintes un tanto folletinescos con cáncer terminal incluido.

Los nibelungos de Trutnov nos han llevado a dar un largo paseo imaginativo que nunca les agradeceremos bastante.


 

 

TRANCO VII
Trutnov-Wroclaw
Camping Wroclaw. Parcelas pequeñas, pero nos encajamos en un amable rincón. Aseos espectaculares, con cuarto de baño individual. 324 coronas. 12,78 €/d.
 
 
Nos acercamos a uno de los hitos de nuestro viaje. Álvaro, felizmente casado con Kinia y padres a su vez de Lena, espera la llegada de unos cuantos libros que nos resultan excusa suficiente para visitar Wroclaw. El camping que nos han gestionado es cómodo y tranquilo, justo lo que siempre buscamos. La llegada, a media mañana, no puede ser más exitosa.
 

Al día siguiente nos dirigimos a la ciudad en un tranvía que refuerza, una vez más, nuestra teoría sobre el transporte público. En la estación cercana al camping el expendedor de billete es automático y no nos resulta fácil entender las instrucciones. Una amable polaca nos saca del atolladero. El lenguaje corporal y la buena voluntad hacen milagros. Una vez cumplido el encargo familiar, y acompañados por nuestros amables anfitriones nos dedicamos a recorrer la ciudad y a documentarnos sobre su historia que resulta enrevesada, pues Polonia, hoy republica parlamentaria de Polonia, miembro de la Unión Europea y estado miembro de la OTAN, ha sufrido toda clase de sucesos trágicos en los últimos siglos. Curiosamente, la población, de mayoría católica es más bien conservadora y en la actualidad se manifiesta un peligroso sesgo ultraderechista.


Por fortuna, Álvaro que es hombre estudioso y ha profundizado en la historia de su país de adopción, nos ilustra sobre los complicados avatares políticos sufridos por Polonia que son largos y complicados.

Según nos cuenta, los primeros homínidos parecen estar presente en las llanuras polacas desde hace más de 500.000 años, y los eslavos que se asentaron en el territorio más tarde, hace más o menos 1500 años, constituyeron Polonia como estado 500 años después, año arriba, año abajo.

Por lo que se refiere al territorio de la nación, ha sufrido notables altibajos como pasa con todas las naciones que se encuentras entre otras más potentes que ambicionan sus fuentes de riqueza. El sabio refranero registra algo de aplicación en este caso:” Entre dos muelas cordales, nunca metas los pulgares” y a los polacos les ha tocado en suerte, a lo largo de su historia, encontrarse entre las muelas de los vecinos desde las guerras con los cosacos hasta tiempos recientes.

Probablemente el momento de mayor expansión de Polonia se diera en el S.XVI, durante el momento que formó parte de la Republica de las Dos Naciones, la nación más grande de Europa, antes del crecimiento del Imperio Ruso.

El reino de Polonia se consolidó en 1025 y en 1569, por la Unión de Lublin se cimentó la asociación con el Gran Ducado de Lituania que dio lugar a la Mancomunidad Polaco-Lituana. Sin embargo, esta colapsaría en 1795 merced a las ambiciones de los vecinos Rusia, Prusia y Austria, que se repartieron sus territorios como buenos camaradas.

Polonia no recuperaría su independencia hasta después de la I Guerra Mundial, constituyéndose entonces la II Republica Polaca que tuvo una vida efímera, pues fue ocupada por la Alemania Nazi y la Unión Soviética al estallar la II Guerra Mundial en Septiembre de 1939.

 


Imposible seguir ahondando más en la desdichada historia del país al que la guerra le costó un 20% de la población, entre ellos casi tres millones de judíos, y un trauma del que muchos aún no se han recuperado.

Tenemos la suerte de contar en Broclaw con la inestimable ayuda de Álvaro, que ha decidido afincarse en la ciudad de forma definitiva y nos acompaña a un relajado e instructivo paseo por la ciudad recordándonos que la ciudad tiene unos 650.000 habitantes, es la capital del voivodato de la Baja Silesia, fue la ciudad alemana más grande al este de Berlín hasta después de la II Guerra, perteneció a la Liga Hanseática y que en ella coincidían dos importantes rutas comerciales: la Ruta del ámbar y la Vía Regia. Por si fuera poco, ha sido nombrada capital Europea de la Cultura en 2016 junto con San Sebastián.

 


Visitamos el museo nacional de Narodowe y el enorme cuadro panorámico de la batalla de Ractawice, una de las primeras consecuencias del levantamiento lituano contra el imperio ruso en el año 1794. La visita, apoyada en estupendos audio textos, resulta verdaderamente espectacular. 

 


No puede, el viajero, sustraerse a la reflexión considerando lo peculiar que resulta que hagamos de sanguinarias batallas en las que seguramente vieron truncadas sus expectativas de vida muchos seres humanos, hitos históricos a conmemorar como si fueran el arranque de esplendorosos tiempos que conviene recordar. Mas parece que fueran episodios de los que una mirada razonable debería avergonzarse tomando buena nota de ellos para que no volvieran a repetirse.

La parte tétrica de la historia de la ciudad se revela al conocer que en las elecciones de 1933 los nazis obtuvieron la mayoría en apoyo a Hitler y su líder local Edmund Heines, asesinado en 1934 durante “La noche de los cuchillos largos”, que en las cercanías de la ciudad se estableció durante su mandato el campo de concentración de Breslau Dürrgoy que albergó a muchos de los más de 10.000 judíos que vivían en la ciudad y que murieron en él o fueron directamente asesinados.

La generosidad de Álvaro y Kinia se suma a la de dedicarnos su tiempo cuando nos invitan a comer en un estupendo restaurante haciéndonos probar las “delicatesen” gastronómicas de la zona.

 


Ya entrada la noche, volvemos a nuestro refugio en “La Tinaja” utilizando los estupendos tranvías de la ciudad. Una vez más nos hacen recordar con amargura los deficientes servicios de transporte publico de nuestra tierra y el escaso interés que nuestros políticos muestran en ellos.

Imposible abandonar Broclaw sin hacer la breve excursión a la ciudad de Swidnica y su impresionante monumento la Iglesia protestante de la Paz, sobreviviente de la Paz de Westfalia con la que terminó la Guerra de los Treinta años (1616-1648). Aunque poco dados a exaltaciones religiosas, no podemos por menos que congratularnos con la buena intención del monumento venga de donde viniere. De allí a la espectacular plaza del mercado con una colonia barroca que conmemora el final de la peste del siglo catorce y por fin la pormenorizada visita al castillo de Ksiaz, un representante genuino del estilo gótico mandado edificar por el príncipe Bolko I a finales del siglo XIII y reconstruido en su totalidad a mediados del siglo XVI. Es, en la actualidad, el más grande y mejor conservado de toda silesia y el tercero más grande de Polonia.

 


La ciudad es acogedora, la compañía muy grata y el tiempo excelente, pero nos hablan de temperaturas de 18 grados bajo cero durante el invierno lo que, además de nuestro espíritu viajero habitual, hace que nos despidamos de la ciudad y nuestros anfitriones no sin la natural nostalgia y el deseo de volver a encontrarnos cuando, como las grullas viajeras, nos visiten en nuestro cálido y pequeño mar.

A punto de salir de Broclaw, nos llega un mensaje de Kinia:

Sobre los enanos de la ciudad: Fue en los años 80 cuando la gente de la oposición empezó a luchar contra el gobierno con uso del humor, porque todo lo que hacía el gobierno les parecía ridículo. Además, el humor ayudaba a la gente. Entonces empezaron a salir a la calle vestidos con un gorro naranja de enano. Se llamaban la Alternativa Naranja.

Lo que modifica sustancialmente nuestras reflexiones anteriores sobre el asunto. No obstante, valgan aquellas como teoría general que para nada empecen el significado ultimo de las hermosas y sugerentes estatuillas.

  

 
 
TRANCO VIII
Wroclaw- Brno
Camping Hana. Al borde de un lago precioso. Hay un embarcadero próximo de donde sale un barco con recorrido de una hora hasta la ciudad. Sin parcelas determinadas y poca sombra. Los aseos muy buenos. 450 CZK- 17,75 €/d.
 
 
Nos espera una larga jornada, de modo que levantamos el campamento a temprana hora y despues de un potente desayuno a base de tostadas con aceite y tomate, habito que nuestra modesta despensa nos permite conservar como si estuvieramos en casa, emprendemos viaje. Las carreteras polacas son buenas aunque algo deterioradas por la accion del tiempo. La Tinaja, arrastrada por su potente tronco de caballos, avanza a velocidad discreta sin mayores contratiempos.

Casi a medio camino, antes de abandonar Polonia, nos detenemos en un restaurante de carretera. La tripulación escoge una sopa lavandera de remolacha y una especie de buñuelos de pollo con mas envoltorio que contenido. El auriga se decanta por platos más prosaicos: carne de cerdo con patatas fritas. La cerveza magnifica.

La búsqueda de asentamiento en la republica checa resulta laboriosa pero la habilidad de la Dirección Estratégica nos proporciona al fin un camping muy aparente a la orilla de un plácido lago, demasiado soleado para nuestro gusto, aunque por estas latitudes el sol no resulta demasiado ofensivo. A la entrada del campamento, un bar modesto con una cerveza estupenda a precio irrisorio. Lástima que la conversación con los amables parroquianos no resulta demasiado fluida. Probablemente se expresan en el dialecto local que permanece hasta la actualidad, el hantec, una mezcla entre alemán, checo y yidis . Por fortuna, el lenguaje corporal, las cervezas que compartimos y unas cuantas palabras rescatadas del inglés universal, hacen milagros. 

 


 

Muy cerca del campamento hay un embarcadero desde el que sale un ferry que nos conduce a la ciudad. Es un barco silencioso, quizás movido por motores eléctricos, que hacen el paseo delicioso.

 


 

Tropezamos con el molesto inconveniente del cambio de moneda, asunto que ya creíamos relegado al olvido desde nuestra lejana juventud. En la Republica Checa se manejan con la corona sueca (esto de la corona nos sorprende, no parecen estos pagos muy afines a monarquías en la actualidad) cuyo cambio aproximado es 1 € por 24,5 CZK, lo que nos confiere cierta ventaja dineraria. Pagar una cerveza una cerveza en coronas checas nos parece una miseria asequible a cualquier bolsillo.

Tiramos de guía para averiguar que Brno la segunda ciudad más grande de la República Checa por población y superficie, la más grande de Moravia y Capital histórica del Magraviato de Moravia, con una población de unos 400.000 havitantes, checo arriba checo abajo.

Desde el barco apreciamos la enorme mole del castillo Veveri que se alza majestuoso en la montaña y desembarcamos para iniciar la visita a la ciudad fundada oficialmente en 1243 según privilegio concedido por el rey de bohemia Wenceslao I a partir de cuyo momento se inicia la repoblación con colonos alemanes, flamencos, valones y judíos.

 

 

A mediados del S. XVI es colonizada por la Reforma protestante cuando ya formaba parte de los territorios de los Habsburgo y para contrarrestar la nueva doctrina se instalan en la ciudad las ordenes religiosas de jesuitas y capuchinos. Visitamos la catedral de San Pedro y San Pablo donde la guía sonora nos informa en perfecto castellano que la ciudad destacó por su enconada resistencia contra los suecos en 1643 y 1645 durante la Guerra de los Treinta años y contra los prusianos en 1742. Nos sorprende que a las once de la mañana las campanas de la torre toquen doce campanadas. La guía nos aclara el misterio relatándonos que durante el asedio sueco a la ciudad en 1645, el general que asediaba Brno, cansado de la pertinaz resistencia anunció que si la ciudad no se había rendido a las doce del mediodía, abandonaría el asedio definitivamente. Un avispado campanero dio las doce campanadas antes de hora y el general, que era hombre de palabra, levantó el asedio. Esa era la razón del suceso que ha llegado hasta nuestros días.

 

 

Brno, como todas las ciudades de centro Europa no pudo permanecer ajena a los convulsos acontecimientos que sacudieron la región durante los últimos años. Al final del XIX era uno de los principales centros industriales de Austria-Hungría en el que convivían pacíficamente checos y alemanes, cristianos y judíos en una multiculturalidad en la que predominaba el habla alemana. Esta paz casi octaviana se truncaría a principios del S. XX como consecuencia de la Primera Guerra Mundial al disolverse el Imperio austrohúngaro que tuvo como consecuencia que Brno se quedara en Checoeslovaquia. Cuando en 1993 se dividió el país, Brno permaneció en la Republica Checa, capital de la región morava.

Al medio día, una discreta terraza donde queda un banco libre nos parece lugar adecuado para hacer un alto. Los manjares que consumen los parroquianos nos parecen atractivo suficiente y el lenguaje corporal, señalando los platos que consumen nuestros vecinos nos sacan del apuro.

 


Después del somero ágape, iniciamos un relajado paseo por el centro de la ciudad, zona comercial amable para el peatón, recorriendo los alrededores de la Estación Central, la catedral, la fortaleza Spilberk y la Plaza de Moravia para concluir en la Plaza de la Libertad. Visitamos la Villa Tugendhat, que nos recomiendan como interesante punto turístico como muestra de la arquitectura funcionalista de la época, construida en 1929 por el arquitecto alemán Van der Roche, hoy Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Dejamos para mejor ocasión la visita a la mayor empresa cervecera de la ciudad, Starobrno, en cuya vecindad se encuentra el monasterio de Staré Brno donde el monje Gregor Mendel estudió en 1843 las variaciones genéticas de los guisantes que dieron lugar a sus famosas leyes vigentes hasta la actualidad.

Seguro que Brno nos reserva aún interesantes sorpresas, pero el viajero debe abandonar sin pena la sensación de exhaustividad cuando visita lugares tan interesantes como este. Es limitación a la que estamos sujetos los humanos: no poder abarcarlo todo, así es que volvemos a nuestro placido emplazamiento donde despedimos la jornada en el simpático barecillo del camping mientras prestamos atención al comportamiento de los naturales sin entender nada de su incomprensible lenguaje.

 

TRANCO IX
Brno-Viena
Camping Wien Neue Donau. Muy cerca de la ciudad. Buenas parcelas pero con poca sombra. Aseos estupendos, tipo alemán. Escogemos mal la orientación y tenemos que tirar del AC. 35 €/d.
 
 
Abandonamos, no sin cierta pena, nuestro cómodo camping de Brno, su lago y las cervezas vespertinas. Aprovechamos las ultimas coronas para comprar pienso para nuestros esforzados corceles, intuyendo que de nada nos han de servir más adelante esas monedas. Encontramos un amable camping cerca de Viena, la ciudad situada al borde del Danubio, en el valle de los Bosques de Viena, capital de Austria y uno de los nueve estados federados (Bundesland Wien). Aprovechamos el domingo para operaciones de mantenimiento que incluyen colada y pequeñas reparaciones. Un fallo de ubicación nos condena a la solanera inclemente de la que solemos huir, bastante tenemos con la que recordamos de nuestra tierra. Los centroeuropeos, por el contrario, tienen cierta avidez por el sol, elemento del que no andan muy sobrados. Por suerte nuestra tinaja dispone de aire acondicionado que solemos utilizar solamente en situaciones de emergencia. Acabamos el día del Carmen con una discreta celebración de cerveza y salchichas en un barco-restaurante anclado a la orilla del Rin.

 



El transporte público hasta la ciudad es estupendo: un rápido tranvía que nos hace envidiar el concepto europeo, cada vez más extendido, que prima al transeúnte ante el automóvil. Nos dedicamos a patear la ciudad que tiene mucho y muy hermoso que ver. El centro es peatonal y en plataforma, cosa que también es moda en muchas ciudades de las que estamos recorriendo. Tantos turistas como en Praga, aunque estos más dispersos y llevaderos. Entre ellos, muchos japoneses y, cosa sorprendente, algunos mendigos. Aprovechamos para desayunarnos unas estupendas “apfelstrudent” (que nosotros llamaríamos tarta de manzana) que nos proponemos repetir en cuanto la ocasión se presente.

 


La historia de Viena, una de las más antiguas capitales de Europa, es demasiado larga y compleja para la digestión rápida que nuestro viaje impone. Sabemos que sus orígenes se remontan a época romana que la llamaron Vindovona, nombre recogido de los celtas que la conocían como ciudad blanca desde el año 500 a.C. los romanos, aprovechando la frontera natural que les ofrecia el Danubio, establecieron en ella el campamento de la Legio X Gemina que permanecería desde el 106 hasta que la caída del Imperio Romano (476) dio al traste con la ocupación.

Andando el tiempo sería conquistada por Carlomagno que la rebautizó con el nombre de Ostmark (marca del este) y la convirtió en importante aliada del papado y punto de partida del que saldrían muchos cruzados a la conquista de Tierra Santa, entre otros Ricardo Corazón de León, el hijo de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania cuyas tumbas tuvimos ocasión de visitar en la Abadia de Fontevraud en otro viaje. Con el rey Matías Corvino (1440-1490), así llamado por su cabellera negra como ala de cuervo, Viena pasó a ser la capital de Hungría que conoció una gran época de esplendor y fue, hasta las guerras napoleónicas (1803-1815) la capital del Sacro Imperio Romano Germánico y residencia habitual de los Habsburgo.

Como no hay mal que cien años dure (ni cuerpo que lo resista), la furia conquistadora de Napoleón Bonaparte fue detenida por los austriacos en la batalla de Wagram en 1809, y se refugió en Viena donde en 1814-15 tras su derrota definitiva se celebraría la conferencia internacional (Congreso de Viena) en la que se restablecieron las fronteras de Europa y que permitiría a Austria conservar gran parte de sus territorios a pesar de su pasado napoleónico y al astuto canciller Metternich ser punto decisivo en la política europea durante los siguientes treinta años. Es en esta época en la que la ciudad alcanzaría su máximo esplendor, tanto demográfico como cultural bajo la égida de Francisco José I (1848-1916), que nos ha llegado a través de los valses vieneses de los Strauss, con los que aún nos deleitamos el día primero de cada año.

El esplendor cultural de la ciudad se vino al traste en 1938 cuando fue invadida y anexionada a Alemania por los nazis pasando a ser la capital de la provincia de Ostmark recuperado el nombre dado años atrás por Carlomagno. En la ciudad pronunció Hitler su primer gran discurso a los vieneses desde el balcón central del palacio de Hofburg. La invasión fue legitimada por un referéndum que dio favorable con un 99,73% de los participantes, hecho que nos retrotrae a otros conocidos en tiempos luctuosos por los habitantes de nuestro propio país.

 


Visitamos el impresionante museo Leopold y nos deleitamos con las exposiciones de Klimt, madame d’Orás y Egon Schiele, entre otros. A la salida nos sorprende un chubasco de considerables dimensiones que remite a los pocos minutos. La vida ciudadana sigue después como si tal cosa y nos enseña que este tipo de fenómenos resultan habituales por estas latitudes y es muy conveniente salir de casa, aún en los casos de sol radiante, provistos de paraguas.

 





Siempre recordaremos Viena, además por esta interesante visita, por ser la patria, entre otros, del investigador de los sueños, la de Franz Schubert, Stefan Zweig, Fritz Lang, Adler, Vicktor Frankl, y por la música repetitiva de la citara de Anton Karas en “El tercer hombre”.

 


 
TRANCO X
Viena- Simssee

Camping Stein. Cerca de Munich. Abigarrado pero suficiente, muy buenos servicios. Situado a la orilla de un hermoso lago.

 
 
El lago Sims (en alemán Simssee) es el más grande del distrito de Rosenheim en la alta Baviera. Está situado en un hermoso paisaje entre colinas de escasa altura y rodeado de cañaverales poco hollados por la presencia humana. Hay cercanos pueblecitos (Ecking, Krottenmühl y el mismo Simssee que da nombre al lago) muy a propósito para el descanso cervecero que aprovechamos en una razonable medida. No es costumbre por estos lares la agradable “tapa” de nuestras tierras, y empapuzarse un par de jarras de la rubia a palo seco nos resulta dificultoso, así es que recurrimos al truco de pedir una mínima ración de salchichas que las acompañen y el conjunto nos resulta altamente satisfactorio.
 

Nuestra excusa para la visita es contactar con la sobrina de unos amigos que forma parte de una famosa filarmónica de gira por estos contornos. Con Carmen departimos amigablemente una vez localizada y compartimos ágape en un pueblecito cercano cuyo nombre no tuve la precaución de anotar.


La visita ha valido la pena, el lago y sus alrededores resultan un lugar paradisiaco recorrido por un numero pasable de turistas del país que nos suelen tomar —nunca llegué a averiguar por qué— por italianos. Me presto a la broma y contesto en el breve italiano que conozco. Todos contentos y engañados.


El lago está situado en un paraje relativamente alto (450m.) lo que hace que, entre la altura y el efecto termorregulador del agua, la temperatura ambiente sea muy agradable la mayor parte del año. Es relativamente grande para los que estamos acostumbrados a la brevedad de nuestro pequeño mar interior y como este, poco profundo, con una media de 13 m. Se alimenta de pequeños ríos (Antworter y Achen) que mantienen su volumen y tienen al río Sims como aliviadero.

Las aguas del lago son cristalinas y los barquichuelos que lo recorren lo hacen a vela, remo o con motores eléctricos. Hay prohibición expresa de motores de otro tipo, lo que nos produce cierta envidia considerando el lamentable estado de nuestro Mar Menor a manos de la barbarie indiscriminada que lo ha reducido a la situación actual, difícilmente reversible.

Hay ocasiones en que sí deberíamos mirar hacia quienes son más respetuosos y están más avanzados que nosotros en lo que a conductas medioambientales se refiere.

Y con este sentimiento de fugaz tristeza, continuamos nuestro periplo después de despedirnos de Carmen, la virtuosa contrabajista motivo de nuestra estancia en tan hermosos lugares.


 
TRANCO XI
Simssee- Lago Constanza

Camping Schachenhorn. Los piratas del lago. Nos atienden unos tipos patibularios, pero es tarde y no tenemos otra opción. El lugar estupendo pero abarrotado. Restaurante y servicios estupendos. Para no repetir jamás. 31,80 €/d.

 

 

Nos lanzamos a la carretera con rumbo a casa. El recorrido ha entrado en fase de retorno, aunque sin fijarnos ningún plan determinado. La esencia —y el encanto— del viaje es ir decidiendo las estaciones y el programa sobre la marcha, nos fijamos un destino más o menos lejano, y dejamos el resto de circunstancias al azar o a lo que se nos vaya ocurriendo sobre la marcha. Eso tiene sus ventajas y algunos inconvenientes. En este caso no estuvimos demasiado afortunados. 

 

 El camino, aunque bonito y pintoresco, se nos hace largo y decidimos hacer un alto en el Lago Constanza, el tercero más grande de Europa, a la vista de que no encontramos ningún otro camping en las inmediaciones. Las soluciones de compromiso raramente dan buen resultado y esta no fue la excepción. Es un camping abarrotado en el que las caravanas están a la misma distancia que las sardinas en una lata. 

 


Nos atienden dos tipos en la recepción con aspecto de lo que son: piratas de río. El uno tuerto y el otro lleno de tatuajes que exhibe en el cuerpo medio desnudo. Por supuesto, cobran en cash, nada de tarjetas de crédito. Ya no tenemos opción de seguir camino, así que decidimos hacer de la necesidad virtud. Nos instalamos en el exiguo espacio que nos conceden y presenciamos la puesta de sol sobre el lago que nos compensa en parte del trato con los dos forajidos. La parte buena (no hay mal absoluto), un estupendo restaurante en la parte exterior del camping, seguramente regentado por personas normales, cuyas salchichas y cerveza nos compensan ampliamente del mal trago del principio. Nuestros vecinos de mesa resultan ser alemanes que farfullan medianamente francés e inglés y que viven más de la mitad del año en su caravana. Unas cervezas compartidas y la hermandad que propician estas ciudades vagabundas, hacen que establezcamos una sólida amistad ocasional mientras nos ilustran sobre la historia y bondades del territorio.

Según nos dice Friedric, que es el más locuaz pero menos inteligible, el lago es de origen glacial y hace frontera entre Alemania, Austria y Suiza, por lo que navegando se pasa de un país a otro con facilidad. Tiene 550 km2, (que dicho así no nos parecen muchos ni pocos) y está alimentado por el Rin que entra en el lago por Breguenz en Austria y sale en el oeste por Stein am Rhein en suiza, según nos escribe en una servilleta de papel con una letra muy cuidada. Le pregunto si sabe por qué zona para el dragón que guarda en el fondo del río en tesoro de los nibelungos, y me contesta que de eso no sabe nada. Lo que si me dice es que hay varias islas en el lago de considerables dimensiones, y añade sus nombres en las servilletas: Mainau, Reichenau y Lindau.


Su mujer, Bertha, ha sido profesora de francés en Múnich y con ella el dialogo resulta más fluido. Nos cuenta que el auge del lago como zona de recreo data de principios del siglo XX cuando el rey Guillermo II de Wutemberg fundó el Real Club de Yates de Wutemberg, que todavía existe y cuyas luces muy atenuadas nos señala al otro extremo del lago. Dice que el sueño del monarca de un país sin salida al mar era el de una gran flota germana navegando a través de los ríos. El sueño del rey no pudo verse realizado porque en 1918 fue depuesto en el trono como el resto de monarcas reinantes en los estados alemanes, constituidos tras las guerras napoleónicas.

Acaba nuestra amiga Bertha relatándonos la historia del enorme accidente aéreo que tuvo lugar en el lago en el año 2000 en el que perdieron la vida 71 personas en el choque entre un avión de carga alemán y otro de pasajeros ruso. Ya hay que tener mala suerte, apunto yo, para que dos aviones se tropiecen en el cielo, con lo grande que es. Al parecer se debió a la negligencia o despiste de los controladores aéreos que debían guiar el aterrizaje, uno de los cuales fue asesinado años más tarde por un ruso que había perdido a su esposa en el accidente.

Ya a punto de despedirnos, nos dice que el lago se hiela por completo de vez en cuando. Ellos vienen todos los años a ver si tienen suerte y coinciden con la ocasión que solo se presente cada setenta años. La última fue en 1963. Aún falta tiempo si el lago sigue cumpliendo con las previsiones, aunque con lo del cambio climático parece que el asunto está más que tiznado. Nos despedimos como buenos amigos para siempre.

 Después de una noche agitada y ruidosa por los gritos de los niños que abundan en el campamento, “la del alba sería” cuando aparejamos los corceles y salimos de piro despidiéndonos del hermoso lago y de los pintorescos piratas de los que nos librarnos con un razonable rescate.  




TRANCO XII
Lago Constanza- L'isle sur les Doubs
Camping “Les Lumês”, cerca de Besançon. Tipo municipal, sin parcelas. Con cabritas enanas. Atienden madre e hija muy amables. Un sitio estupendo.18,20 €/d.
 
 
 
Con la sensación de haber superado uno de los puntos negros a que la estadística obliga en estos viajes, emprendemos ruta hacia el origen por donde el navegador nos guie. Después de cubrir una razonable porción de camino, nos sale al paso un hermoso pueblecito de los que en Francia abundan. Tanteamos con precaución el camping y nos parece sitio acogedor para reponernos de la última experiencia y reposar, visitando los pueblos de alrededor durante dos o tres días.

El camping es amplio y sin más parcelas que las que la imaginación dibuje. Instalamos la tinaja y exploramos el pueblo descubriendo un par de bares acogedores en los que nos reencontramos con el Pernod que siempre es bien hallado.

L’Isle-sur-le-Doubs debe su nombre a que se encuentra entre dos brazos de 800x100 m. del rio Doubs en la zona de La Borgoña, perteneciente al Franco Condado. El canal del Rodano-Rin atraviesa la zona dándole el aspecto pintoresco de los pueblos cuya navegación con esclusas nos resulta tan atractiva a los que venimos de tierras en las que estos sistemas resultan desconocidos.


Un vistazo a la sentina nos advierte que los víveres escasean, así es que nos aprovisionamos en un Lidl de los muchos supermercados que se encuentran en la ruta con estupendos aparcamientos para después acercarnos al vecino pueblo de Montbeliard, del que nos separan 25 Km.

Los orígenes del pueblo parecen remontarse a época romana de cuyo pasado aún se mantiene en razonable estado un pequeño anfiteatro y otros restos de los que debió ser un asentamiento de aquella época.

El pueblo conservó cierta importancia cuando sus terrenos fueron donados en el siglo XVI por los monjes de la abadía de Lieu-Croisant, a Tiebault I de Neufchatel que edificó el castillo del mismo nombre en las cercanías de Pont-de-Roide. El castillo sufrió diversos avatares y reconstrucciones hasta que, tras la Revolución fue vendido como bien público. En el año 1795 fue desmantelado para construir una industria de forja y producción de elementos metálicos que tuvo una larga vida hasta que entró en crisis y fue definitivamente abandonada en 2009.

El pueblo nos ofrece un bucólico y relajado paseo que culmina en una comida opípara a base de magret de canard y abundantes patatas fritas, luego pacífico café en una terraza para observación de especímenes locales. 

 

 
Nos encontramos con la agradable sorpresa de unos espontáneos de cierta edad que ofrecen a los vecinos unas danzas tradicionales que mantienen vivas.


 

 

TRANCO XIII
L'isle sur les Doubs-Puy d'envelay 

Camping Brives Cahrensac.


 
Después de estos días de relax, nos ponemos en marcha con cierto sentimiento de añoranza y ganas de ir volviendo a casa. No se nos hacen demasiado largos los más de 400 km. que nos separan del asentamiento que ha dispuesto la Dirección General de Transportes y Comunicaciones, Le Puy-en-Velay, una población de más de 50.000 habitantes y pasado histórico notable, pues consta en los anales que estuvo habitada en su tiempo por unas cuantas tribus celtas, después por los romanos que llamaron al lugar Anicium, lo que daría lugar al Podium Aniciense, de donde deriva su actual nombre. Con el tiempo y la caída del Imperio Romano, fueron pasando por ella sucesivamente vándalos, burgundios, suevos, alanos, hérulos, hunos, etc.
 

Se trata de una comuna del Alto Loira perteneciente a la región de Auvernia-Rodano-Alpes a cuyos habitantes, vaya usted a saber por qué, les llaman ponots sin que a ellos parezca afectarles demasiado. Es una de las muchas rutas que llevan a Santiago de Compostela, de la misma manera que todos los caminos llevan a Roma. Desde la época de las ferias medievales, los lugares de culto con algún elemento religioso aflorado milagrosamente, han sido lugar propicio de peregrinaciones y “merchandaising”, movimientos que se iniciaron en el siglo X y se consolidaron a lo largo de los dos siguientes. La religión es importante, pero sin el auxilio monetario decae de forma considerable. En la ciudad, se incluyen como patrimonios de la humanidad la catedral y el Hotel-Dieu Saint-Jacques, hitos interesantes en la ruta turística, que es en definitiva el objetivo de todas las peregrinaciones.

Precisamente por su vocación religiosa católica, Puy-en-Velay sufrió toda suerte de inconvenientes durante la época de las guerras de religión de la Edad Media, rodeada por tierras que se habían adherido a la Reforma luterana.

La adscripción religiosa de la ciudad hizo que la población se mostrara opuesta a la Republica, lo que tuvo como consecuencia que en 1795 fueran guillotinados una cuarentena de sus habitantes de los que la mitad eran sacerdotes, lo que seguramente llevaría al resto de los feligreses a ponderar más de cerca el asunto de las creencias y su manifestación externa. La revolución acabó de paso con la Virgen Negra, imagen que había dado lugar a las primeras afluencias de peregrinos, pero como nada es imprescindible en esta vida, pronto la imagen fue sustituida por otra de notables dimensiones llamada Notre-Dame de France, construida en 1860 con el metal de los cañones rusos capturados por Napoleón III en la Guerra de Crimea.

Después de estas interesantes noticias que nos brindan con toda solicitud la amable señorita que nos atiende en la oficina de turismo, nos vemos obligados a visitar la Catedral que, efectivamente, presenta un aspecto muy sui generis. Está construida en roca volcánica y presenta un portal adornado con un arco polilobulado característico de la arquitectura omeya del califato de Córdoba, arte que se extendió a la arquitectura románica francesa precisamente en manos de los peregrinos a lo largo de la Via Podiensis custodiada por los sacerdotes de la comunidad de San Martin. 


 Nos queda por visitar la curiosa iglesia de la roca de Aiguilhe, situada en un impresionante promontorio elegido al parecer por el decano de la iglesia de Puy que quería construir una iglesia a imagen y semejanza del santuario italiano erigido en 492 en el monte Sant’Angelo en las montañas del Gargano. Cuenta la tradición que en el año 1429 la madre de Juna de Arco, Isabella Romé se llegó hasta la capilla para rezar por su hija, obteniendo, al parecer un éxito más bien escaso.
 
Una agradable merienda en un barecillo donde nos dan a probar un digestivo local llamado verveine du Velay (verbena verde) que nos recuerda al Chartreuse de los cartujos de Tarragona, nos proporciona la despedida adecuada de este hermoso lugar. No hemos tenido la oportunidad de probar las lentejas verdinas, con denominación de origen y todo, que con los encajes de bolillo son notas singulares del lugar.

 

TRANCO XIV
Puy d'envelay- Colombiers

Camping “Les Peupliers” en Colombiers. Parcelas pequeñas pero suficientes, con poca sombra. Aseos estupendos. 15€/d.

 

Emprendemos ruta por la autopista A75 adentrándonos en el parque natural des Monts d’Ardeche por una buena autovía que atraviesa el valle del Tarn en el departamento de Aveyron, en cuyos bosques recordamos que se ocultaba el niño feral encontrado en los últimos años del siglo XVIII y que Truffaut retrató en su película L’enfant Sauvage.

 


 La enorme depresión del valle del Tarn se salva ahora mediante el viaducto de Millau, una enorme obra de ingeniería que une Clermont-Ferrand con Beziers mediante el puente de 2500 m. de longitud y 340 m. en su punto más alto, capaz de soportar los vientos de 200 Km/h. que azotan la zona con frecuencia. 

 


Hacemos la travesía (previo pago de 13 € del peaje) sin viento, pero con una lluvia pertinaz que hace peligrosa la calzada y nos impide apreciar en toda su magnitud la obra que costó más de 300 millones de euros y en su momento superó la altura del más alto del mundo, el puente Europa, en Austria. Fue inaugurado a finales de 2004 tras 36 meses de trabajo de las 530 personas que intervinieron en su construcción, diseñado por el ingeniero francés Michel Virlongeux y el arquitecto británico Norman Foster y por el que transitan anualmente casi cinco millones de vehículos caada año, según cuenta la guía.

La tempestad se calma unos kilómetros más adelante y los calores, que estaban agazapados aguardando nuestra llegada cuando ya casi los teníamos olvidados, se abaten sobre nosotros. El cambio climático se muestra inflexible también en estas latitudes.

 

 

 


Nos detenemos en un pueblecito de unos 2500 habitantes, Les Colombiers, nombre que nos parece suave y acogedor. Si son palomares, puede que sea el lugar de reposo adecuado para unas palomas volanderas como nosotros. Instalamos la tinaja y salimos a explorar el lugar bajo un sol inclemente. A la sombra de enormes álamos que se nutren del cercano canal, unos colegas jubilados juegan a “Le Boccia”, que dirían los italianos, Pétanque los franceses o Petanca, como se ha bautizado en nuestra tierra. Nos acogen con la camaradería que es común entre gente longeva e incluso nos animan a participar en el juego. Declinamos la amable invitación y seguimos nuestro paseo. La buena fortuna junto a 40 €. por cabeza nos embarcan en un crucero por el canal para turistas ávidos de probar los diferentes vinos de la tierra. El paseo es encantador y la cata propicia la camaradería con nuestros vecinos más próximos que resultan ser una pareja de belgas con cuatro niños de diferentes padres. No resulta extraño que nos encontremos a punto de poblar La Tierra con ocho mil millones de habitantes, comenta la tripulación.


 Nos explica la amable azafata-guia que el Canal du Midí fue impulsado por Luis XIV con la ilusión de unir el Mediterráneo con el Atlántico y evitar así a sus buques el enfadoso trayecto por Gibraltar. Es una obra gigantesca que permite la circulación de personas y mercancías de una forma más económica y ecologica. Yo diría que hasta más placentera. El trafico fluvial, que en toda Europa es cosa corriente, para nosotros resulta exótico e inasequible. Somos un país con el agua justa para sobrevivir.
 

 

Ya en tierra firme continuamos nuestra exploración por la villa, desarrollada desde tiempos de los romanos, que establecieron la ruta Domitia que conectaba Roma con la Península Ibérica a través de la Galia. La ciudad vive en gran parte del trafico fluvial y de su extensa y excelente viticultura como podemos comprobar en la visita a la antigua bodega del Castillo Colombiers.

Una visita relajante y llena de encanto, como se encuentra en tantos hermosos y tranquilos pueblecitos de la Galia en los que nos sentimos como uno más de sus habitantes.

 
TRANCO XV 
Colombiers-Vinça
Camping “La porte du Canigó”. Municipal. Mucha sombra y buenos servicios. 19,34 €/d.
 

 

Aterrizamos en Vinça, donde hay un camping municipal de los que en Francia abundan, ligeramente abigarrado, pero con buena umbría, cosa que se agradece ahora que hemos regresado a las calorinas del sur de Francia muy parecidas a las de nuestro sur, de día insoportables aunque por fortuna remiten de noche.

 

 

“Por Santiago y Santa Ana pintan las uvas y a la virgen de agosto ya están maduras”, dicen que dice el dicho. Es día de especial significado para los tripulantes de la Tinaja que tienen efemérides muy queridas que celebrar.

Vinça es un pueblecito de unos 2000 habitantes perteneciente a Pyrénées-Orientales en la región de Occitania, muy cerca de Prades y de Perpiñan, con raíces históricas que se hunden en la Edad media. Pertenece a la región histórica de Conflent, cerca del mítico Canigó, en el curso del rio Tet. Las aguas amaestradas por canales de irrigación han hecho florecer una rica agricultura vitivinícola conocida por las marcas Côtes du Roussillon y Côtes-Catalan. La cercanía de la montaña hace que el paisaje sea esplendoroso y original.

 

 

Sorprende el inmenso lago en medio de las montañas constituido por la presa sobre el rio Tet que se suma al natural Escoumes alimentado por el mismo rio que da lugar a dos playas, espectáculo inusitado tan cerca del Canigó.

Además del paisaje, Vinça nos ofrece la curiosidad de sus casas en voladizo y la joya del patrimonio local, la iglesia de Saint-Julien-et-Sainte-Baselisse, un bello edificio de origen románico rehabilitado en posteriores y numerosas ocasiones dando lugar al estilo que los entendidos llaman ecléctico, palabra que se aplica a algo que no se sabe muy bien lo que es, pero sobre lo que no se tiene intención de polemizar. Tiene numerosos altares, lo que da fe de la devoción de las gentes del entorno, un hermoso órgano y numerosas pinturas que, con el conjunto de reliquias hacen del lugar un importante centro de culto que forma pareja con el cercano monasterio de Saint Pierre de Belloch, centro de un priorato dependiente de la abadia de Aurillac desde el siglo XII.

 

  
El viajero, que siente cierto interés por las cuestiones históricas, se pregunta si el nombre de Vinça tendrá algo que ver con otra Vinça, a orillas del Danubio a 14 Km. de Belgrado excavada por el arqueólogo serbio Miloje M. Basic, cuna de la cultura del mismo nombre, una de las más tempranas de Europa originada en el Neolitico tardío (4000 a.C) y perteneciente a la llamada cultura Tell, cuyo origen se encuentra en Centro Europa, principalmente a lo largo del Danubio, los Balcanes y Asia Menor. La cultura está representada por numerosos objetos de arte prehistórico actualmente repartidos por museos y universidades de todo el mundo.

 


 Tras el baño religioso-cultural nos acercamos al vecino pueblecito de Eus, colgado en la montaña donde sus escasos 400 habitantes parecen haberse refugiado a salvo del trafago mundano. Un paseo por las calles donde es difícil encontrar un alma resulta altamente beneficioso para el espíritu.
 
  
Imposible marchar de Vinça sin acercarnos a la vecina localidad de Prades, con lo que cerraremos el periplo catalán que iniciamos en el Maresme. Prades es la capital histórica del condado catalán del Coflent dsde época medieval, en cuya vecina villa de Riá, nació según la tradición, Wifredo el Velloso, primer conde de Barcelona con potestad de trasmitir el título de forma hereditaria. La ciudad, hasta entonces española, fue cedida a Francia, con el resto de los territorios catalanes al norte de los Pirineos en 1659 por el Tratado de Paz de los Pirineos.

Hoy es una hermosa ciudad de más de 6000 habitantes cuyas calles están empapeladas con anuncios de numerosas actividades culturales entre las que destacan las de la Universidad Catalana de Verano, ligada desde hace años al nombre de Pau Casals, principal impulsor del festival anual de música instaurado en 1950 con motivo del bicentenario de la muerte de Bach, del que Casals era devoto. El maestro, como Pompeu Fabra y otros muchos exiliados republicanos españoles, encontró refugio en Prades después de la guerra Civil española donde se enclaustró durante años negándose a tocar en ningún otro sitio que la iglesia de la localidad. Acabó marchando a Puerto Rico, donde murió, aunque sus restos fueron trasladados en 1979 a su pueblo natal, Vendrell.

 

 

Una siesta reconfortante y un relajado paseo nos despiden de Vinça y su lago dejándonos en la retina la hermosa vista del Canigó como último recuerdo de Cataluña y de nuestro viaje antes de la última etapa. 

 

TRANCO XVI
Vinça-Santomera
 
 
 
 
Nuestro periplo llega a su fin. Los fatigados corceles que tiran de La tinaja, emprenden el último tranco del viaje con el buen ánimo que proporciona la querencia. Casi un mes desde que salimos de casa es tiempo suficiente para echar de menos la tranquilidad del cobijo habitual y el reposo hogareño para digerir tantas y tan variadas emociones.

Tiempo de sosiego y quién sabe si también para la elaboración de nuevos proyectos y aventuras…

 

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